“…(p. 46). Aunque, no necesariamente reflejaba un aspecto real de la ayuda sanitaria en el país, como sucedió en la epidemia amarilla de 1893 que afectó la última década del siglo XIX y Mancia (2011) relata las dificultades de la población ante la falta de protección del recién Estado: "uno no llamaba médicos, otros se repartían entre diversos curanderos y una pequeña parte que contaba con más recursos económicos para pagar acudía a consulta con médicos" (p. 49).5 Así, todo ese proceso relacionado al positivismo que además integró un "higienismo social" sólo funcionó como una posición de poder, dado que fundamenta una degeneración a los sectores populares, como un proyecto de limpieza social, por ser "clases peligrosas" en ello se encontraban, tuberculosos, sifilíticos, prostitutas, vagos, mendigos, (cabe destacar que la vagancia era penada según la ley con cárcel, pero que posteriormente cambió a trabajos forzosos, según Fuentes en La economía de El Salvador en el siglo XIX) criminales, entre otros, este "higienismo social" que basa su inspiración el modelo de la policía médica propuesto por Johan Peter Frank (Mancia, 2011) termina siendo una distorsión de la realidad subyacente, no derivada a incluirlas a las clases sociales desfavorecidas, sino incluirlas en el modelo político, para favorecer a la salud del pueblo en general, es posible que la deformación de este planteamiento sea consecuencia del darwinismo social, las ideas del progreso o civilización dado que el discurso de Johan Peter Frank citado en Sigerist (2006) es concluyente: El hambre y la enfermedad sobre la frente de toda la clase trabajadora. Se las reconoce a primera vista.…”