Las teorías del arte dentro de las academias universitarias han sido parte de la formación profesional de futuros artistas y, en este sentido, tradicionalmente, han concentrado su función en enseñar a los estudiantes a fundamentar y justificar teóricamente sus obras. Mi propia práctica como docente de materias teóricas en escuelas de arte, me ha llevado a cuestionar cuál es el papel de las teorías del arte en relación con las prácticas artísticas; y, si este debe quedar reducido a las exigencias académicas que tienden a replicar y reproducir el conocimiento teórico, pero no procuran la generación de un conocimiento propio surgido de la relación directa entre teoría y práctica. Con este ejercicio intento mostrar que se requiere generar una teopraxis entre las teorías del arte y las prácticas artísticas por medio de un diálogo epistemológico que replantee el papel de la teoría como una herramienta de producción artística a través de la dialéctica entre los retos prácticos (visuales, plásticos, auditivos, corporales) y las formas en que las teorías pueden ayudar a resolverlos desde los propios lenguajes artísticos. Por otra parte, reflexiono sobre la necesidad de distanciar el pensar epistémico y el conocimiento propio de las teorías del arte de los cortes positivistas de las academias universitarias, para formularlo desde una perspectiva situada que subsuma la existencia de otros sujetos y comunidades epistémicas, pero también afectivas y reflexivas. De manera general, examino la posibilidad que la realización de otras prácticas artísticas en relación con un abordaje epistémico de las teorías del arte, a partir del reconocimiento de la posición que ocupan las y los sujetos que generan conocimiento (teórico y artístico), contribuyan al florecimiento de otros discursos, otras formas de hacer arte y otras formas de existir en el marco del campo del arte.