“…En las interacciones existe una dificultad, cuando no una imposibilidad, para distinguir las claves visuales, como son los gestos, las expresiones faciales o el contacto ocular (Gourgey, 1999), lo que, en muchas ocasiones, supone que no se pueda reaccionar a estas claves, a lo que hay que añadir la dificultad añadida para localizar a la persona que está hablando (Van der Ham et al, 2021). Ello, además, como señalan Veerman et al, (2019), aumenta la posibilidad de mostrar un comportamiento socialmente inapropiado durante las interacciones, ya que muchas de las normas sociales solo se pueden aprender o asimilar a partir de la experiencia visual. Pero también puede llevar aparejado dificultades para predecir el comportamiento o las reacciones de los interlocutores a partir de sus expresiones faciales (Augestad, 2017).…”