“…La literatura actual indica que la desesperanza es un factor predictivo de salud mental y su prevalencia también ha sido identificada en adultos de población general, siendo recomendable su evaluación continua por parte de los profesionales de la salud (Haatainen et al, 2004;Qiu et al, 2017;Woosley et al, 2014). Además, la evaluación de la desesperanza, también podría ayudar en la práctica profesional sobre la estimación del riesgo de suicidio o en la investigación básica (Flores-Kanter et al, 2022), mayor aun cuando los estudios referentes a las muertes por suicidio en países de Sudamérica, representan solo el 1.49% de la evidencia empírica mundial (Flores-Kanter, 2017). Dado los recursos psicológicos de cada individuo, algunos podrán afrontar adecuadamente sus problemas, pero otros realmente no.…”