“…Entre éstos, suelen citarse los siguientes: reducción de costes y minimización de riesgos (Kurucz et al, 2008;Smith, 2005); obtención de ventajas competitivas (Burke and Logsdon, 1996;Porter an Kramer, 2002;Bruch and Walter, 2005;Porter and Kramer, 2006;Privato et al, 2008); mejora de la imagen y la reputación (Fombrum and Shanley, 1990), que se traduce en un incremento de la legitimidad otorgada por la sociedad a la empresa (Suchman, 1995); obtención de situaciones gana-gana (Drucker, 1984), mediante creación de valor a través de sinergias (Kurucz et al, 2008;Wheeler et al, 2003). nº 91 enero-abril 2014, ISSN: 1889-7045 [160][161][162][163][164][165][166][167][168][169][170][171] Como indica Carroll, cuando se examina la historia del fenómeno y de la conceptualización teórica de la RSE, se constata cómo la propia idea del business case ha ido evolucionando desde el principio, ya poniendo el énfasis en evitar externalidades negativas -lo que en términos éticos se conoce como el principio de no-maleficencia, de inmejorable pedigrí, toda vez que viene emparentado con el hipocrático primum non nocere-; ya apostando abiertamente por implicarse positivamente, buscando hacer el bien, desde la conocida variación utilitarista del famoso enlightened self-interest del mundo anglosajón, para el cual, good ethics is good business; o dicho de otra manera: que la ética es rentable (Zamagni, 2012).…”