“…En oposición a otros países de la región, el paso de la vida colonial al régimen independentista bajo la supervisión de la monarquía permitió al Brasil zafar de "la anarquía más espantosa": "esas catástrofes [traídas por la independencia] -agrega-fueron evitadas con la monarquía … que dio a aquella tierra el único principio de unidad que eran capaces de sentir y de respetar" (Castro 1941: 64). Con el régimen de Vargas, por su parte, Brasil había llegado "al punto más alto de su historia" (Castro 1941: 66) como productor de materias primas. Frente a él, la Argentina, renuente a participar de la política hemisférica, se figura como país "rebelde a la norma y a la disciplina de la cultura tradicional"; con todo, ve en los gobiernos conservadores surgidos después del golpe de estado de 1930 contra Hipólito Yrigoyen un motivo de esperanza: con la "reacción de los mejores" (Castro 1941: 100), escribe, "su personalidad [la de la Argentina] se hace más fuerte" en la medida en que se "acentúa el carácter hispánico de su cultura" (Castro 1941: 102).…”