“…El docente sigue ocupando el lugar de privilegio y de trasmisión, relegando el diálogo a la última de las categorías o procedimientos con la que gestiona las dificultades comunicativas. obviando así una perspectiva dialógica o de Comunidades de Aprendizaje promotora de una actitud de escucha (León, 2019) que comprometa a estudiantes como co-partícipes de sus aprendizajes (Dziubinski, 2014;Álvarez, 2017;Coiduras, Balsells, Alsinet, Urreal, Guadix y Belmonte, 2014 En consonancia con los resultados previos, y debido a esta lógica racional cognitiva y comunicativa, persistente y latente, sus intereses formativos señalan en un primer lugar metodologías, competencias y contenidos específicos con los que comprender y gestionar técnicamente el mundo emocional del alumno, continuando/ubicando al docente en un rol activo y al estudiante en un rol pasivo, Fernández et al (2013). En un segundo lugar destacan aquellos contenidos y competencias que contribuyen a la comunicación proponiendo contenidos fuertemente psicologizados como la escucha activa, comunicación no verbal, gestión de conflictos, etc.…”