“…En el caso de países de tradición occidental o ampliamente occidentalizados como Estados Unidos, Canadá, Australia, Reino Unido, España o Chipre, el proceso tiene un carácter más autocrítico y la voluntad de reducción del repertorio académico propio tiene habitualmente una vocación de reconocer la pluralidad musical en un mundo global y de ampliar las experiencias y conocimientos musicales de los estudiantes (Monk y Poston, 1999;Werner, 2000). No obstante, en la mayoría de ellos se observa que, a pesar de la existencia de un currículum multicultural desde el punto de vista del repertorio, los modos de enseñanza, evaluación y conceptualización siguen estando vinculados predominantemente al repertorio occidental hegemónico, por lo que todavía existe una relación de subordinación de la otra música con respecto a la tradición académica occidental (Cain, 2015b;Economidou, 2006;González, 2018;Hess, 2015). Es decir, aunque el predominio de esta tradición vaya desapareciendo progresivamente en los sucesivos currículos educativos, dejando espacio a una mayor diversidad de manifestaciones relacionadas con las culturas locales, su presencia a lo largo del tiempo ha construido conceptualizaciones y consolidado instituciones que se resisten al reconocimiento pleno de otros sistemas musicales.…”