“…El discurso acerca de la división sexual del trabajo hace referencia a la discusión planteada en los años 70 respecto de cómo las tareas y roles sociales se han dividido en función del sexo, asignando a los hombres las tareas productivas, remuneradas y públicas y, en el otro extremo, las tareas de reproductivas, de cuidado, no remuneradas y privadas a las mujeres (Morton, 1970;Benston, 1997). En el plano académico, diferentes estudios muestran cómo esta división se reitera: las tareas de gestión, cuidado del personal o atención de estudiantes tienden a estar centralizadas en las académicas (Muñiz, 2016;Müller, 2019;Saracostti, 2006;Tronto, 1993), mientras que las tareas de consecución de recursos y fondos de investigación y representación de proyectos suelen tener un rostro masculino (Ríos, Mandiola, y Varas, 2017). Frente a esto, Muñiz (2016) señala cómo los roles asociados al cuidado dentro de las facultades -principalmente la formación y la administración de la vida cotidiana-han quedado subordinados a la investigación, innovación y cargos de representación, discurso que se asocia en gran medida al llamado suelo pegajoso, que se explicará más adelante.…”