“…Sabemos que promover el crecimiento humano y profesional, fortaleciendo el compromiso con la tarea educativa y la capacidad de asumir desafíos por parte de los docentes, son condiciones necesarias para lograr adaptarse a las constantes transformaciones, consecuencia de las crisis en cascada que afectan a la educación en América Latina. Si los profesores constituyen un factor clave para la mejora de la calidad educativa desde este escenario de incertidumbres y crisis sociales que desafían a la escuela, el desarrollo profesional docente resulta ser uno de los grandes objetivos que los líderes escolares deben asumir y potenciar, vislumbrando como horizonte el aprendizaje de los estudiantes para el siglo XXI (Reimers, 2021) Tal como afirma Robinson (2016), el foco en el currículum y la pedagogía es de gran relevancia para que los directores escolares impulsen en sus escuelas resultados de aprendizaje satisfactorios en los alumnos. Liderar el aprendizaje y la formación de los docentes implica, por tanto, potenciar una cultura de crecimiento y desarrollo del talento entre los profesionales de la escuela, entendiendo el talento como la interacción de capacidades, compromiso y acción de manera conjunta (Alles, 2005), y se transforma en un objetivo estratégico de los directores para hacer frente a escenarios educativos de alta complejidad (González González, 2014).…”