“…A fines del siglo XIX, tras la Guerra del Pacífico, la nueva administración chilena redefinió el territorio del altiplano, así como el acceso a las tierras. Se exigió la inscripción de las tierras en los Registros Conservadores de Propiedad, instalados en las ciudades de Tacna y Arica, con el doble objetivo de permitir su transacción en el mercado y distinguir las tierras fiscales de las particulares, desde un principio que no reconocía la propiedad raíz de tipo colectiva (Cerna, Samit & Fradejas, 2013;Castro, 2014;Díaz y Ruz, 2009;González & Gundermann, 2009;González & Ruz 2015;Ruz, 2009;Ruz & González, 2014). Este proceso dio origen a la formación de las llamadas "comunidades sucesoriales", comprendidas por su referencia a los agentes ascendientes que actuaron en la inscripción original de las tierras.…”