“…De un modo algo esquemático, podría seña-larse que las opciones en pugna eran dos: una auto considerada "progresista", que se plasmaría en el PNPD, surgido en el seno del gobierno de la Alianza (confluencia coyuntural del Partido Radical y de sectores del progresismo de centro-izquierda), y la otra vinculada con los enfoques de la "tolerancia cero" y nombrada localmente como de "mano dura", explicitada por unos de los líderes políticos de la época, el justicialista Carlos Ruckauf. El establecimiento del PNPD se presentó como una estrategia integral -sustentada técnicamente y promotora de una política democrática de seguridadque pretendía superar la ineficiencia de la solución policial (Ayos, 2010), en el marco de los que algunos autores (Sozzo, 2009) identifican como una innovación, distancián-dose del populismo punitivo y situándose en la corriente que redescubre la prevención del delito desde mediados de los ochenta del siglo XX (Crawford, 1998). De hecho, la política se mostraba como una evidencia del retorno del Estado, el cual buscaba posicionarse en las antípodas de la administración anterior (Martinez, 2008).…”