“…Las pruebas de imagen no proporcionan ningún dato patognomónico de HPC, pero nos ofrecen una valiosa información prequirúrgica no sólo para definir el tamaño y las características morfológicas de la lesión, sino también para evaluar una potencial afectación de los órganos y estructuras adyacentes 1,2 . La tomografía computerizada generalmente muestra el HPC como una masa de gran tamaño, lobulada, bien circunscrita, con características de tejido blando, que puede contener calcificaciones y áreas hemorrágicas, quísticas o de necrosis, así como una típica hipervascularizacón en su periferia que se constata tras la administración de contraste endovenoso [1][2][3]7 . La angiografía tendrá una doble utilidad: confirmar la hipervascularización de esta neoplasia y, una vez identificados los vasos nutricios de la lesión, proceder a su embolización para así disminuir las posibles complicaciones hemorrágicas del acto quirúrgico subsiguiente 1,2,6 .…”