Los organismos genéticamente modificados (OGM) constituyen un concepto equívoco y diferencialmente definido por las distintas legislaciones y sensibilidades que está presente en nuestro léxico desde hace más de 30 años. Con un campo semántico tecnológico y amenazador, la modificación genética y los alimentos GM han sido adoptados en diferentes regiones del mundo, aunque la aceptación por parte de los consumidores y la opinión pública ha sido, por lo general, baja. El debate por la seguridad de este tipo de alimentos está todavía abierto y regido por dos posturas predominantes: el principio de equivalencia por un lado, en el que se da un mayor peso al producto y que ha sido adoptado por Estados Unidos y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), y el principio de cautela, en el que se da un mayor peso a la tecnología y que ha sido adoptado por la Unión Europea y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). La comunidad científica hoy día se decanta por el principio de equivalencia, pero al constituir este un debate complejo y multidisciplinar se requiere un método comunicacional que se sitúe más allá del Modelo de Déficit y un debate abierto y racional.