“…Por ejemplo, esto se observa en la col de paperina o la lechuga de Cuaresma, productos muy poco conocidos pero que aun pueden encontrarse en los mercados municipales gracias al esfuerzo de agricultores y vendedores por mantener alimentos de gran tradición local, y que transmiten el sabor de la tierra. Esto puede ser un atractivo tanto para locales como para visitantes, para redescubrir las raíces del lugar (Fusté-Forné & Berno, 2016), y se manifiesta también a través de ferias y eventos temáticos alrededor de determinados productos como la alcachofa, el aceite, el queso, el vino, o la galera, también conocida como gamba imperial. La globalización, pues, debe combatirse enfatizando la singularidad de la cultura alimentaria local y su identidad, su sentido del lugar, que es un atractivo para el consumo turístico (Gyimóthy & Mykletun, 2009;Scarpato, 2002).…”