“…Las personas que padecieron esta enfermedad en su infancia hoy en día manifiestan problemas de debilidad muscular y fatiga (Rekand, Gramstad, & Vedeler, 2009), dolor en extremidades y articulaciones (Klein, Keenan, Esquenazi, Costello, & Polansky, 2004;Klein, Whyte, Esquenazi, Keenan, & Costello, 2002;Koh, Williams, & Povlsen, 2002;Stoelb et al, 2008), sobrepeso y déficit en la condición física (Agre, Rodriquez, & Franke, 1997;Chang & Huang, 2001;Ernstoff, Wetterqvist, Kvist, & Grimby, 1996;Horemans, Beelen, Nollet, & Lankhorst, 2004;Nollet, Beelen, Twisk, Lankhorst, & De Visser, 2003;Schanke et al, 2002). Todos estos síntomas sumados a la falta de actividad física conducen a un deterioro funcional que se presenta en disminución de la capacidad de la marcha, dificultades para subir y bajar las escaleras, caídas y pérdida de autonomía (Laffont et al, 2010) y afecta notablemente a la Calidad de Vida Relacionada con la Salud (CVRS) de estas personas (Klein, Braitman, Costello, Keenan, & Esquenazi, 2008;On, Oncu, Atamaz, & Durmaz, 2006;Oncu, Durmaz, & Karapolat, 2009).…”