Resumen En enero del 2020, las autoridades chinas confirmaron el agente causante de un brote de casos con neumonía de etiología desconocida aparecido en diciembre del 2019. La Organización Mundial de la Salud (OMS) denominó SARS-CoV-2 a este nuevo virus de la familia coronavirus. El día 12 de marzo la OMS declaró este brote como pandemia al tener una propagación mundial. Las epidemias humanas suelen seguir al inicio un crecimiento exponencial, esto significa que a partir de un pequeño número de casos en pocos días se observa un gran incremento en el número de personas infectadas. Las manifestaciones clínicas y el espectro de la enfermedad por SARS-CoV-2 conocida como COVID-19 abarcan desde presentaciones leves a críticas. En los casos con una progresión fatal, las complicaciones más graves llegan a ocasionar fallo multiorgánico y la muerte del paciente. El SARS-CoV-2 tiene una elevada tasa de transmisibilidad; la vía de contagio entre humanos se da a través de las secreciones de personas infectadas, las manos o los fómites contaminados. En general, las medidas de control de la epidemia utilizadas hasta el momento se han basado en intervenciones adoptadas de la epidemiología clásica, identificando y aislando los casos, siguiendo a los contactos y estableciendo restricciones, incluyendo la cuarentena, cierre de los centros educativos, evitando eventos en los que se produzca aglomeraciones de personas, limitando la movilidad. Estas medidas han sido efectivas en China, el foco originario del brote.