“…Desde diversos espacios y en distintos momentos de la historia de América Latina han surgido voces que plantean, de manera crítica, una problematización sobre el quehacer profesional de la fonoaudiología (Calixto et al, 2013;Fuks, 2012;Ithurralde et al, 2019;Satizabal Reyes & Aguilar Arias, 2020). Esto se debe a que, pese las particularidades del territorio latinoamericano, marcado por profundas injusticias económicas y sociales huellas del colonialismo, una diversidad cultural y lingüística muchas veces no reconocida por parte de los Estados, y una violación sistemática de Derechos Humanos (Escobar et al, 2020), la fonoaudiología como profesión ha tendido a actuar de manera reduccionista y bajo marcos epistémicos de otras realidades sociales para comprender e intervenir en la comunicación humana (Cuervo Echeverri, 1998;Muñoz-Lizana & Peñaloza Castillo, 2020). De esta forma, su rango de actuación ha estado limitado a la evaluación, diagnóstico e intervención de los trastornos de la comunicación en sus distintas clasificaciones por áreas (lenguaje, habla, audición, voz) junto con las dificultades en la deglución, motricidad orofacial y sistema vestibular.…”