“…En diciembre de 1989 se empezó en el país la distribución de sal fluorurada para consumo humano con una concentración de 180-220 ppm de flúor, que había sido aprobada mediante el Decreto 2024 de 1984. El impacto positivo de esta medida de salud pública en el control de la caries dental, así como de otras estrategias preventivas con base en la utilización de fluoruros tópicos, dirigidas a la población escolar en los niños de Andes, se reflejan en indicadores más bajos de experiencia de caries dental (10,11). No obstante, debido a la disponibilidad de fluoruros a través de múltiples fuentes, su uso inadecuado aumenta el riesgo de una alteración en el desarrollo de la dentición, conocida como fluorosis dental; que es una hipomineralización del esmalte, que se presenta por la ingesta excesiva y crónica de fluoruro, durante la etapa de maduración del esmalte dental, lo cual corresponde a un efecto adverso sistémico (12).…”