“…Al analizar los resultados tanto de los cuentos creados como de los vídeos elaborados, donde verbalizan y dramatizan las historias, comprobamos que cada condicionante artístico y literario adquiere sentido al tiempo que la dimensión afectiva envuelve las historias. Este hecho que es un parámetro común a todas las historias y parejas adquiere un especial significado desde el punto de vista antropológico de la docencia y del espacio del aula, entendido como un lugar de interacciones socioeducativas (Ruiz-Román et al, 2020;Castillo y Palacio, 2021), proyectos que tienen un planteamiento de cocreación en su elaboración que obliga a la intersubjetividad de la pareja (Madrigal-Segura y Hernández-Guerra, 2021), y les lleva en la procura de socio-afectividades en las audiencias a las que se van a dirigir: las interacciones que surgen entre las futuras maestras, el funcionamiento de las parejas, los temas que escogen para el libro, los recursos y medios y materiales con los que deciden materializar el cuento ilustrado, así como los afectos y la componente emocional volcados en la experiencia, todo desvela el deseo de conectar su cuento con los niños y las niñas y sus edades. Vemos en la figura 16 cómo, efectivamente, los niños (en este caso T. de 8 años e Í. de 6) interactúan con los cuentos, los hacen vivir a través de su necesidad de tocarlos, sentirlos, desplegarlos.…”