Evaluation and Treatment of Sex Addiction

Abstract

There have been several diagnostic labels for persistent, excessive sexual behaviors, often referred in the popular media as sex addiction. Two related diagnoses, Internet addictive disorder and hypersexual disorder, were considered for, but not included in the 5th edition of the Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders. However, most clinicians, even those trained in sexual disorders or addiction medicine, have little to no training in treating sexual compulsivity and cybersex addiction. The authors present the historical context, proposed diagnostic criteria, evaluation protocols, comorbid disorders, speculations about the neuroscience, and treatment recommendations.

Testing the Effectiveness of Cognitive Analytic Therapy for Hypersexuality Disorder: An Intensive Time-Series Evaluation

“…Hardy, Ruchty, Hull and Hyde (2010) evaluated the effectiveness of an online psychoeducational package (N = 138) to show pre-post reductions in masturbation frequency and pornography usage. Rosenberg et al's (2014) review of HD treatment was critical of the lack of credible treatment evaluation studies and Stein (2008) demanded the generation of modality-specific and systematic treatment outcome evidence. To address these research and treatment issues, the current study utilized a single case experimental design (SCED) N=1 outcome methodology (Barlow, Nock & Hersen, 2008) to evaluate the effectiveness of cognitive analytic therapy (CAT).…”

Prevalencia, comorbilidad y correlatos psicológicos de la compulsividad sexual

“…Si bien tradicionalmente se ha potenciado sobre todo el uso de intervenciones farmacológicas, conductuales o bien basadas en el modelo de los 12 pasos de sexo-adictos anónimos (Hook, Reid, Penberthy, Davis, & Jennings, 2014;Rosenberg, Carnes, & O'Connor, 2014), existen algunos estudios que sugieren la utilidad del abordaje cognitivo-conductual de esta patología. En este sentido, intervenir sobre la excesiva importancia que estas personas atribuyen a su necesidad de mantener relaciones sexuales, valorar objetivamente los recursos de los que disponen para controlar su propio impulso sexual o bien potenciar ciertas habilidades de afrontamiento y de regulación emocional se han identificado como estrategias eficaces para mejorar los resultados de las intervenciones (Shepherd, 2009;Weiss, 2004b).…”

“…Si el paciente contesta afirmativamente a una o más de estas 5 preguntas -seleccionadas de entre los principales síntomas de CS-, queda justificado explorar mediante procedimientos más exhaustivos la posibilidad de que presente un cuadro clínico de CS (Kafka, 2007). Durante esta primera fase del protocolo de evaluación se contempla normalmente una evaluación a dos niveles: en primer lugar, se recomienda explorar aspectos generales de la conducta sexual del paciente, para pasar posteriormente a evaluar los signos y síntomas particulares de CS (Kafka, 2007;Reid, 2013;Rosenberg et al, 2014). El objetivo es recoger información suficiente para identificar la presencia o no de un cuadro clínico de CS, sus características y, si corresponde, establecer su gravedad.…”

“…Además, los pocos intentos por conocer los factores que explican el inicio de la CS se han realizado desde una metodología poco rigurosa: en lugar de a través de estudios empíricos controlados, muchos de los factores que hoy consideramos asociados a la CS provienen de impresiones clínicas conformadas durante el tratamiento de este tipo de pacientes (Gold & Heffner, 1998). En cualquier caso, las evidencias disponibles no permiten establecer bajo ningún concepto una relación causal entre un factor o conjunto de factores y el cuadro clínico de la CS (Kafka, 2010;Kaplan & Krueger, 2010;McBride et al, 2011;Rosenberg et al, 2014) y tampoco es de esperar que esto suceda a corto-medio plazo (Reid, 2013;Samenow, 2013).…”

“…Por ello, el siguiente paso consiste en llevar a cabo una evaluación concreta de los signos y síntomas de CS, que según Hook et al (2010) Para realizar una correcta evaluación, podemos centrarnos más en explorar uno u otro tipo de indicadores; sin embargo, al final resultará necesario contar con información sobre estos tres tipos de síntomas para hacer una descripción completa del cuadro clínico. No podemos fundamentar un diagnóstico de CS sin conocer de forma objetiva cómo es la conducta sexual del paciente, pero tampoco si no conocemos su percepción subjetiva con respecto a sus síntomas -por ejemplo, la sensación de control que tenga sobre su conducta sexual-o las consecuencias que este patrón de conducta le ha supuesto (Kafka, 2007;Reid, 2013;Rosenberg et al, 2014).…”