“…A medida que su uso aumenta, el conflicto parece trasladarse de la ética al Derecho, con la aspiración siempre de mantener -en el centro de todo-la protección del ser humano (Parra-Sepúlveda y Concha-Machuca, 2021). En disciplinas como la Medicina (Palacio, 2021;Paladino, 2023), la Biología (Solís-Sánchez et al, 2023) o la Robótica (Vallés-Peris, 2021), entre otras, observamos que la resolución de interrogantes éticos está ya en el debate, pero el desconocimiento y la continua actualización de nuevas aplicaciones son elementos que juegan en contra de la estabilización de un reglamento que se consolide a largo plazo, lo que implica una continua vigilancia. En su fase más inicial del uso de la IA por parte de los ciudadanos, observamos que ya surgen conflictos motivados por la publicación de contenidos que generan desinformación (Paschen, 2020), suplantación de identidad y de voz (Rani et al, 2022), fotografías difíciles de discernir si son reales o fruto de una aplicación (Kaplan, 2020), imágenes de carácter íntimo en las que están implicados menores (Parnell et al, 2020) y que, al amplificarse y convertirse en noticia en los medios de comunicación, causan revuelo, indignación y la duda -lógica-sobre si la sociedad está preparada para asimilar la parte relacionada con el consumo de contenidos que tienen su origen en la IA, pero que no están identificados como tales.…”