“…El consumo de alcohol y tabaco, entendido como la ingesta de estas sustancias de forma periódica ocasionando patrones de uso y dependencia además de posibles intoxicaciones y enfermedades (Kobiella et al, 2014;Saunders, Aasland, Babor, De la Fuente y Grant;1993), aumenta significativamente en este sector de la población, especialmente por la ausencia del control parental, la influencia de pares y los cambios cognitivos y contextuales que se producen en esta etapa (Armendáriz, Alonso, Alonso, López, Rodrí-guez y Méndez, 2014). El consumo de alcohol puede actuar como un medio de socialización, pues su ingesta afecta a las emociones y los procesos de pensamiento y juicio, creando una fase de euforia y excitación que hace más fácil entablar relaciones sociales (Mezquita et al, 2016;Sánchez-Sosa, Villarreal-González, Ávila, Vera, Jiménez y Musitu, 2014). En el caso del tabaco, se generan altos niveles de adicción que son producidos por la nicotina, la cual es una droga psicoactiva que altera la esfera emocional y genera dependencia (Kobiella et al, 2014;Palmer et al, 2013).…”