“…La pandemia de los últimos tiempos, que se suma a otras importantes crisis ecológicas y climáticas, así como el aumento de todo tipo de movimientos negacionistas y conspirativos que arremeten contra las bases de la comunidad científica, hacen más importante que nunca dotar al alumnado de una capacidad de comprender y construir argumentos científicos, no solo desde las certezas absolutas que la ciencia nos puede dar, sino también lidiando con la incertidumbre (Feinstein y Waddington, 2020;Erduran, 2020). A través de instrumentos didácticos como la escala de certidumbres (Domènech-Casal, 2019b), se podría involucrar al alumnado, no solo en la resolución de un caso como los que se han presentado en este artículo, sino hacerlo partícipe de una discusión más profunda sobre cómo la ciencia muchas veces debe operar con estas incertidumbres, sin llegar a conocer cuál fue «la verdad». Además, el umbral cada vez más confuso e híbrido entre aquello real y aquello virtual (Cook et al, 2020) también nos lleva a seguir preguntando cómo podemos contribuir, desde de la enseñanza de las ciencias (en este caso, de la física), a una mejora de la competencia de los estudiantes para comprender este diálogo entre lo virtual que se simula a través de ordenador y lo que opera en el mundo real.…”