Este artículo pretende señalar las deudas contraídas y la originalidad conseguida por Gertrudis Gómez de Avellaneda en la confección de su «drama bíblico» Saúl (1846) respecto a las tragedias precedentes de Vittorio Alfieri (1782) y Alexandre Soumet (1822), basadas, asimismo, en el relato bíblico del primer Libro de Samuel. La dramaturga cubana tomó de Alfieri y de Soumet tanto componentes sustanciales como asuntos de detalle, y trató de conseguir alguna originalidad separándose de ellos, sobre todo, conculcando las unidades de tiempo y lugar para mostrar el proceso de caída de Saúl, dar protagonismo al personaje de Samuel y dramatizar la relación amorosa de David y Micol, incrementando la dimensión espectacular de su obra.