“…Como conclusión podemos decir que la interacción entre forma urbana y movilidad es bidireccional y, a su vez, estas relaciones deben incorporar otras dimensiones que al tiempo las modulan. Por ejemplo, la elección del trabajo y de la vivienda no solo dependen de rasgos morfológicos, sino que dependen de una combinación compleja en la que intervienen las fuerzas del mercado, las políticas públicas, las cuestiones personales relativas a la elección del lugar de residencia, el nivel formativo y los recursos económicos (Parr, 1987;Kitamura et al, 1997;Stead, 2001;Stead y Marshall, 2001;Curtis y Perkins, 2006;Pouyanne, 2010;De Vos, 2014;Mohíno et al, 2019). De otro lado, como señalan Jiao et al, (2017), Koszowski et al, (2019) o Stojanovski (2019 la accesibilidad a un destino y los atributos morfológicos -fachadas de los edificios, ancho de las aceras, velocidad del tráfico, zonas verdes en aceras, permeabilidad de fachadas, actividad comercial en planta baja...son condicionantes ambientales previos que influyen en la percepción de la población y en el comportamiento de los viajes (Fig.…”