En México, una opinión que goza de amplio consenso subraya que la generosa recepción dada a perseguidos políticos latinoamericanos durante los años sesenta y setenta del siglo pasado, revela el doble rostro de un sistema político poco permeable al disenso opositor. Uno de estos rostros se dirigía al espacio internacional, atento a respetar el derecho a la libre determinación de las naciones y a condenar toda forma de intervención extranjera; mientras que el otro rostro, que miraba hacia adentro, era mucho menos amable porque se trataba del México autoritario dispuesto a reprimir a opositores de izquierda. Este texto interroga esta paradoja a través de un estudio de los servicios de inteligencia encargados de vigilar y controlar las actividades desarrolladas por los exiliados latinoamericanos. Para ello, se reconstruyen los mecanismos, las estrategias y los propósitos del control y la contención de la acción política de los exiliados. Interesa mostrar que la recepción de perseguidos políticos, antes que una paradoja, ejerció funciones legitimadoras del poder político a través de una compleja articulación de política exterior e interior. Palabras clave: México; Exilios; Asilos políticos; Servicios de inteligencia; Siglo XX