“…Respecto a la evaluación emocional de las expresiones faciales, como se dijo, estuvo dentro de los rangos normales y no se encontraron efectos presumiblemente atribuibles al ESE sobre ella. Si bien hay evidencia de que esta capacidad no está enteramente determinada por mecanismos genéticos y neurobiológicos fijos, sino que depende de estructuras y circuitos cerebrales flexibles a la estimulación ambiental y sensibles a la edad y los períodos de desarrollo psicológico (Gordillo et al, 2015;Lawrence et al, 2015;Rodger et al, 2015), el reconocimiento de las emociones a través de las expresiones faciales tiene una larga historia evolutiva, incluso anterior al surgimiento de los homínidos (Ekman, 1994;Parr, 2011). Por tal razón, es muy poco probable, salvo en casos excepcionales (trastornos del neurodesarrollo, lesiones cerebrales congénitas, abuso infantil, enfermedades neurológicas, etc.)…”