“…En efecto, desde su inauguración con La boca del lobo, de Francisco Lombardi (1988), hasta Canción sin nombre, de Melina León (2019), el drama realista ha sido la fórmula de género predominante de un corpus de aproximadamente 15 largometrajes. Entre ellos, las excepciones son Días de Santiago, de Josué Méndez (2004), y Madeinusa y La teta asustada, de Claudia Llosa (2005Llosa ( y 2009, que se inclinan por exploraciones más arriesgadas dentro del drama psicológico -Méndez-; la voluntad de ruptura con el registro verista y tradicional del mundo andino, en el caso del primer filme de Llosa (Bedoya, 2015, p. 108); y la fábula intimista y liminal de la conciencia, en el segundo (Bedoya, 2015, pp. 118 y 120).…”