“…Como se desprende de estos recorridos, y como puede observarse también para el caso de otras historias sobrevivientes (Lampasona, 2017), al proceso de ruptura anudado a la (propia) desaparición se contrapuso un repliegue y un apoyo sobre espacios de interacción -principalmente, la familia de origen y/o los estudios-que hasta los momentos previos al secuestro se habían visto eclipsados por la actividad política. Para el caso específico de estas mujeres, sin embargo, las tareas de cuidado -fuertemente atravesadas, en estas y otras trayectorias, por la maternidad-, de reproducción y de sostenimiento de las condiciones materiales de existencia tensaron, al tiempo que densificaron, esa cotidianeidad marcada por la dureza de la sobrevida, las ausencias, las distancias y los silencios.…”