“…Entre ellos, un conjunto de errores de técnica legislativa, desde la conceptualización del llamado drogodependiente, hasta la aplicación de penas, donde los más castigados suelen ser los miembros en mayor situación de vulnerabilidad social -en condiciones socioeconómicas precarias y con bajos niveles educativos-, constituyéndose como el eslabón débil y siendo el que menor participación en el ciclo de la droga desarrolla (Uprimny et al, 2012). Presa de estos errores y desproporcionalidades está el narcomenudista, o en su caso, el consumidor, que a la vez de ser enfermo por efecto inmediato del consumo y en una supuesta necesidad de ser ayudado por el Estado, es racionalmente libre en tanto le es posible adquirir drogas, haciéndose sujeto a la red de criminalidad que la droga arrastra consigo (Bedoya, 2015). Tanto es así, que incluso los modelos alternativos a la prisión en México, establecen la prevalencia obligada en centros de rehabilitación para consumidores, dependientes y delincuentes con el objetivo de conseguir una droga ilegal (Inter-American Drug Abuse Control Commission, 2016).…”