Las imágenes de publicaciones médicas y de los medios de comunicación más tradicionales habían logrado crear una iconografía estigmatizante contra la que se manifiestan asociaciones y afectados de estas enfermedades, a los que las redes sociales como Instagram y los blogs ofrecen una vía, hasta hace poco tiempo impensable, que democratiza la posibilidad de representar y difundir el día a día con la enfermedad mental, incluso en fotoperiodismo. Un elevado número de estas imágenes son tomadas y compartidas por los propios afectados por este tipo de enfermedades o por sus familiares, que afrontan la frialdad de las representaciones “científicas” y supuestamente “objetivas” previas con unas instantáneas que se centran más en los seres humanos y los sentimientos que hay tras estos casos.