“…Para la Edad del Hierro, otra de las novedades arqueológicas más notables de las dos últimas décadas es la documentación arqueológica directa, de primera mano, de los efectos humanos de los asaltos a ciudades, incluyendo el hallazgo de cadáveres cruelmente mutilados y empalados. La crueldad de la guerra está bien estudiada desde una perspectiva intelectual y era bien conocida por las fuentes literarias, como en Astapa, Sagunto o Numancia (Gracia, 2006b;Marco, Pina, Remesal, 2012;Gómez Pantoj,a 2005;Marco, 2006;Martínez Morcillo, 2016;Quesada, 2015b;Barrandon 2018). Pero el hallazgo arqueológico se nos presenta a menudo con una intensidad e inmediatez brutales que desmiente cualquier idea de exageración por parte de las fuentes grecolatinas, por mucho que entre ellas encontremos topoi literarios repetidos, como el del suicidio masivo, que no tiene correlato arqueológico y que son sospechosos (Moret, 2013b;Pina, 2014a; Rosser y Soler, 2015 para una a nuestro entender dudosa propuesta de identificación de un suicidio colectivo en Alicante).…”