“…Así, en los siguientes años, el Instituto Cervantes se convertiría en el agente institucional más activo y visible de un proyecto de "planificación del estatus simbólico de la lengua" que iba a producir discursos, eventos y políticas lingüísticas orientados a promocionar el valor del español como recurso económico (del Valle, 2007: 25). 1 Como en trabajos anteriores (Bruzos y Méndez Marassa, 2016;Bruzos, 2017), entiendo aquí el ELE de manera emic, es decir, tal como se usa entre quienes forman parte de un campo situado temporal y espacialmente en la España contemporánea. Este campo comprende una trama de instituciones (el Instituto Cervantes; la Fundación Comillas; la Asociación para la Enseñanza del Español como Lengua Extranjera o ASELE; la Federación de Asociaciones de Escuelas de Español para Extranjeros o FEDELE), instrumentos (los Diplomas de Español como Lengua Extranjera o DELE; el Plan Curricular del Instituto Cervantes; el Sistema de Acreditación de Centros Instituto Cervantes o SACIC; el Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española o SIELE), revistas (Cable, Carabela, Frecuencia-L, redELE, marcoELE), editoriales (Edinumen, Difusión, Edelsa) y titulaciones (los masters pioneros de la Universidad de Barcelona y la Universidad Nebrija y los ofrecidos por cada vez un mayor número de universidades; los cursos de formación de profesores del Instituto Cervantes, centros de idiomas universitarios y escuelas privadas).…”