“…Como muestran diferentes investigaciones, la danza puede aportar beneficios emocionales, físicos, sociales, psicológicos y espirituales (Quiroga Murcia et al, 2010); fomenta la creatividad (Mc. Donald, 1991); puede mejorar la actitud hacía los procesos de aprendizaje (Stinson, 1997); mejora el dolor, la depresión, los síntomas cognitivos y los trastornos de sueño en mujeres con fibromialgia (Marín et al, 2019); actúa sobre el deterioro de las facultades mentales y la demencia senil (Verghese et al, 2003); aporta beneficios emocionales a personas con demencia reduciendo la tensión, la depresión y la confusión (Andrés Terán et al, 2019); y puede ser efectiva a la hora de mejorar la salud autoevaluada en adolescentes, mejorando problemas como la ansiedad, la depresión o la fatiga (Duberg et al, 2013).…”