El presente artículo tiene como propósito dar cuenta de la importancia de las perspectivas corporizadas y ecológicas a la cognición, específicamente, para entender el desarrollo cognitivo de la primera infancia y para proponer mejores modelos de intervención educativa. La propuesta pretende subrayar la relevancia de considerar agentes humanos con cuerpos que sienten, que se afectan y que viven experiencias de aprendizaje en interacción con un mundo social y material particular. Para lograrlo se presenta una perspectiva relacional en la que el contexto material y las situaciones de vida, así como el vínculo con madres, padres o cuidadores primarios –basado en los cuidados amorosos y en orientaciones educativas emocionales específicas–, es crucial para un adecuado desarrollo. Nos posicionamos, en contraste, con aproximaciones cerebrocentristas o individualistas y partimos de la unidad ecológica infante-cuidadora-mundo. Finalmente, sugerimos una secuencia didáctica que aterriza la propuesta.