“…En esta línea, el consumo de drogas es un componente importante que afecta el funcionamiento sexual, con cifras variables de afectación dependiendo del tipo de droga usado, la frecuencia de uso o el grado de dependencia, pudiendo llegar a generar disfunción sexual hasta en un 34% de las mujeres que tienen trastornos asociados al uso de sustancias (Diehl et al, 2013). De esta forma, se ha determinado de manera particular que la drogodependencia y el uso continuo de cocaína afecta la salud física, emocional, social y sexual de las mujeres (del Río Olvera et al, 2020;Diehl et al, 2013). Es de resaltar que a nivel general las mujeres consumidoras de sustancias presentan mayores puntajes en medidas de autoinforme sobre disfunción sexual que los hombres y mujeres que no consumen, asimismo, tienen en menor proporción y frecuencia relaciones sexuales, mayor inestabilidad en sus relaciones de pareja, mayor probabilidad de ser víctimas de violencia de género, intercambio de sexo por drogas, abuso sexual en la infancia, un mayor número de parejas sexuales (promiscuidad), mayor probabilidad de presentar infecciones de transmisión sexual (ITS), abuso de drogas en el embarazo, entre otras (Cocores et al, 1988;Freeman et al, 2002;Henderson et al, 1995;Osorio, 2009;Volkow et al, 2007).…”