“…Por otro lado, los hallazgos muestran dos posiciones polarizadas respecto al impacto de la modalidad virtual en los procesos formativos. Por un lado, parte de las investigaciones evidencian algunas ventajas de este modelo y de las herramientas utilizadas, como la posibilidad de no detener los procesos formativos por la pandemia (Morales et al, 2020;Santos et al, 2021), un mayor protagonismo del estudiante (Rigo, y Squillari, 2021), un reforzamiento de las competencias pedagógicas de los docentes (Avendaño et al, 2021), mayores posibilidades para la organización y el fomento de la autorregulación del aprendizaje (Hernández-Ramos et al, 2021), un favorecimiento del aprendizaje individual (Vladimirovna et al, 2021) y una mejora de la competencia técnica (Manrique et al, 2021). Sin embargo, la implementación de la nueva modalidad genera incertidumbres y resistencias en los agentes a raíz de los problemas técnicos (Guíñez, y Mansilla, 2021) y de falta de equipamiento y conexión (Santos et al, 2021), un empobrecimiento de la comunicación , la sobrecarga de trabajo (Lovón, y Cisneros, 2020), la falta de estrategias para la organización personal (Silva et al, 2021), la carencia de competencias tecnológicas de los agentes (Tejedor et al, 2020), las dificultades inherentes a la docencia y la evaluación (Portillo et al, 2020) o la desidia de los docentes en la programación e implementación de las acciones formativas en esta modalidad (Morales et al, 2020).…”