En este trabajo analizo Chicas muertas (2014) de Selva Almada, en tanto proyecto escriturario en el que “el espacio biográfico” (Arfuch [2002] 2010) se torna elemento nuclear, al evidenciar una serie de estrategias de control extremo ejercido en cuerpos y subjetividades femeninas, como son los femicidios. Este espacio biográfico, en relación con las condiciones de lectura y demandas feministas actuales, no solo alberga diversas prácticas sociales de la violencia, sino que integra un archivo hospitalario, en los términos propuestos por Szurmuk y Virué (2020).