“…Por otra parte, los sistemas cardiovascular y digestivo también se ven altamente implicados en este proceso, ya que la ingestión crónica de alcohol, además de subir la presión sanguínea, conlleva a alteraciones en el ritmo cardíaco y problemas de dilatación y pérdida de la fuerza de contracción del corazón (Vicente-Herrero et al, 2015). Mientras que el hígado -hace más de dos siglos que se sabe-, el encargado del procesamiento metabólico del alcohol, puede padecer graves dolencias asociadas al abuso del mismo.…”