La mayoría de los cultivares tradicionales de papa no están adaptadas a las condiciones del cultivo provocadas por el cambio climático, que hacen disminuir drásticamente los rendimientos e incluso perder completamente la cosecha en muchos lugares desfavorecidos. En países en vías de desarrollo, como en Latinoamérica, esta situación afecta a la base alimentaria de las comunidades, y al sostenimiento económico y social; los agricultores optan por migrar en búsqueda de otros medios de subsistencia.