“…En consecuencia, quien se cuida de la vida y de la salud del alma se mantendrá a sí mismo en el equilibrio (2000: 158). Mikoski (2006), al hablar de la relación entre Bautismo, Trinidad y pedagogía eclesial en Gregorio, plantea la necesidad de no separar el dogma de su realidad existencial y práctica, pues forman un todo diferenciado que aporta un camino pedagógico para el creyente, "separar uno del otro sería distorsionar a Gregorio" (175). Desde el Bautismo, comienza un "proceso de crecimiento y ascenso; incluso en el punto de moverse más allá del discurso racional, este proceso es inherentemente pedagógico, en cuanto que requiere esfuerzo, guía, transformación del carácter y progreso hacia el objeto de nuestro deseo" (181).…”