“…Sin embargo, luego de recuperados algunos puestos de trabajo y reducidos los valores del desempleo, o sea, luego de solucionar parcialmente el problema cuantitativo del empleo casi nadie habla del problema cualitativo asociado a: la calidad de los vínculos laborales, que es reducida, los salarios promedio, que son mediocres, y las posibilidades efectivas de alcanzar un bienestar superior, comparado con el de la generación anterior, por medio de más escolarización y mejores empleos, que son, en general, diminutas (Carmo et al, 2014;Carmo y Matias, 2019). En seguida, además de este panorama más general, surgen las cuestiones más pragmáticas: sin salarios razonables o empleos mínimamente estables, muchos jóvenes se ven separados, por ejemplo, del acceso al mercado habitacional, cada vez más competitivo, con lo que se aplaza, también por esta vía, su salida de casa de los padres (Nico, 2016).…”