Toda la biología de Aristóteles es teleológica, esencialista, individualista, organicista y no evolucionista. Estos principios de explicación del ser vivo son aplicados por Aristóteles al cuerpo humano. La capacidad de pensar del ser humano determina la forma de su cuerpo y sus características: liberación del peso de la parte superior, manos y brazos con características especiales, nalgas carnosas y musculosas que le permiten estar de pie y sentado, piernas con músculos para estar de pie, senos en la parte delantera gracias a la liberación de la función de sustentación de los miembros superiores y que permiten proteger el tórax y sus órganos vitales, ausencia de cola que permite estar sentado, pies de mayor tamaño en comparación con los animales para facilitar la bipedestación y la marcha. Por ello, el cuerpo humano no aparece realmente como modelo para el cuerpo de los animales sino como contrapartida, ya que lo que determina la forma de todo cuerpo vivo es su función (ergon) o forma de vivir, y la del ser humano para Aristóteles es vivir pensando, algo privativo del hombre, aunque comparta muchas otras capacidades cognitivas con los animales. Así, el deporte, en sus movimientos, es manifestación genuinamente humana y del pensamiento.