Actualmente la Amazonía se ve fuertemente amenazada por la pérdida y fragmentación de
hábitats, las cuales han generado una disminución aproximada del 20% de su cobertura
original (Decaëns et al., 2018). La anterior amenaza se encuentra asociada a detonantes
como la deforestación de la cual se reportaron, para el año 2019, 13 núcleos distribuidos
entre los departamentos de Guaviare, Meta, Caquetá y Putumayo (IDEAM, 2019), y para el
primer trimestre de 2020, se reportó uno en las cercanías del río Amazonas (IDEAM, 2020).
Estos núcleos están relacionados con el cambio de uso del suelo, para el posterior
establecimiento de los sistemas ganaderos, que han implementado prácticas traídas de la
región andina del país, las cuales al no ser funcionales para la zona generan una tendencia
a extenderse aún más (Ciro-Rodríguez, 2020). Adicionalmente, se han instaurado
actividades ilícitas como la minería, principalmente de oro, y los cultivos como la coca; estos
últimos con una tendencia a expandirse (Isaacs-Cubides et al., 2017; Romero-Peñuela
et al., 2020).
El anterior panorama pone en peligro la viabilidad de las áreas protegidas que buscan el
mantenimiento del corredor ecológico que naturalmente se forma aquí (Clerici et al., 2019;
Isaacs-Cubides et al., 2017). Dentro de esta región, el departamento de Caquetá no es
ajeno a esta dinámica del cambio de uso del suelo (Ciro Rodríguez, 2020; Polanía-Hincapié
et al., 2021).
Como respuesta a dicha transformación se han desarrollado varias estrategias de
restauración, en las que se han establecido procesos de reconversión productiva, con
enfoques de producción sostenible, como los sistemas silvopastoriles y agroforestales
(Isaacs-Cubides et al., 2017). En la misma línea, se han originado estrategias participativas
como La Escuela de Científicos Locales, quienes con el apoyo de entidades como la Red
Colombiana de Restauración Ecológica (REDCRE) han estudiado los cambios en los
ecosistemas y han implementado los principios de la restauración (Garzón et al., 2020;
Polanía-Hincapié et al., 2021). Sin embargo, las acciones de restauración se han aplicado
a pequeña escala, por lo que no se logra identificar contribuciones de estas acciones a
escala del paisaje. Adicionalmente, aunque los proyectos de restauración plantean
objetivos relacionados a la mejora de conectividad, los procesos de seguimiento y
evaluación no miden el cumplimiento de dichos objetivos, por tanto, no hay claridad sobre
el restablecimiento de la conectividad para fauna silvestre y su mantenimiento en el tiempo
(Murcia y Guariguata, 2014). Esta última es de gran importancia para estas especies, las
cuales, a su vez, podrían favorecer los procesos de restauración.