La transformación del secano en regadío en el sector central de la Depresión del Ebro ha representado un cambio espectacular en las condiciones de cultivo de un territorio de características semiáridas y precipitaciones muy irregulares. Sin embargo, los nuevos regadíos se enfrentaron desde un principio a graves problemas estructurales debido al peculiar diseño del sistema de regadío, las limitaciones de sus objetivos, la lentitud con que se fueron construyendo las infraestructuras necesarias (embalses, canales y acequias secundarias) y el acondicionamiento de los campos de cultivo. Este trabajo se centra en el estudio de las limitaciones a que se enfrentan los regadíos de Riegos del Alto Aragón (R.A.A.) debido a la tendencia que muestran los recursos hídricos y su distribución estacional como consecuencia de la evolución de temperaturas y precipitaciones, la expansión de la superficie forestal y de matorrales en áreas de montaña y el progresivo aterramiento a que se enfrentan los embalses. Para ello se ha revisado la información disponible sobre el Cambio Global en el Pirineo y se han aplicado diversos modelos climáticos e hidrológicos. La necesaria modernización ha mejorado los sistemas de riego, ha incrementado la eficiencia en el uso de los recursos hídricos, y ha permitido la introducción de nuevos cultivos mucho más productivos y rentables. Paradójicamente, la modernización también ha conllevado un aumento del consumo de agua y ha obligado a incrementar las reservas internas del sistema mediante la construcción de pequeños embalses y balsas. Esta mayor demanda de agua coincide con una progresiva reducción en la disponibilidad de recursos hídricos, debida no solo al incremento de la temperatura media sino también a los cambios en la dinámica de la acumulación y fusión de nieve en alta montaña y a la expansión de bosques y matorrales en antiguos campos de cultivo abandonados en los valles pirenaicos, lo que reduce la capacidad de generación de escorrentía y los caudales fluviales. Se prevé que estas tendencias se acentúen en el medio y largo plazo como consecuencia del cambio climático. Además, el progresivo aterramiento de los embalses reduce año tras año la capacidad de almacenamiento de agua. Estos procesos, que ponen de manifiesto la importancia de las interacciones entre las áreas de montaña y las regiones de piedemonte, obligarán a medio plazo a reorganizar la gestión de los recursos y de los procedimientos de regadío, así como la progresiva incorporación de cultivos de mayor valor añadido que compensen el incremento de los costes de producción ligados a una mayor dependencia de los regadíos respecto de la energía.