“…Generalmente, las y los estudiantes sordos deben acogerse al lenguaje mayoritario: la lengua oral, por lo que enfrentan situaciones escolares que no responden a sus características y, en consecuencia, a una serie de problemáticas en el aprendizaje de la lectura y escritura, lo que se encuentra en directa relación con el manejo de habilidades de comunicación oral que no dominan (Alegría y Domínguez, 2018;Cruz-Aldrete y Villa Rodríguez, 2016;Freitas, 2020;Herrera y De la Paz, 2019;Massone et al, 2010). Entre las dificultades de enseñanza que surgen a partir de este escenario, Russell y Lapenda (2012) señalan que, para empezar, se accede a la segunda lengua -que se desconoce-principalmente a través de la lectura, lo que genera una serie de complejidades, puesto que, además, la primera lengua no tiene forma escrita, por lo tanto, no es posible transferir los conocimientos y competencias de lectura y escritura en lengua de señas al aprendizaje de la segunda lengua.…”