“…Por una parte, se reconoce el embarazo precoz como producto de una fuerza externa que proviene de las expectativas sociales que idealizan la maternidad y la familia tradicional (Franco-Ramírez et al, 2019) y no consideran al embarazo como un problema, "sino como una situación de vida y una condición de género" (España-Paredes et al, 2019, p. 196). En contraparte, el embarazo precoz se considera como una reivindicación de lo individual, como una afirmación de la identidad y como el reclamo de un lugar independiente en la misma sociedad (Ojeda y Montero, 2019). En esta dualidad, finalmente se reconoce la sexualidad como inherente al individuo, pero no se logra separar de los "determinantes sociales y culturales como la familia, el medio social, el origen étnico cultural" (Ojeda y Montero, 2019, p. 44).…”