“…Debemos saber atender y detectar a los pacientes con injertos renales añosos, y seguir protocolos para poder diagnosticar clínicamente patologías tanto degenerativas, estructurales y tumorales que pueden afectar a un injerto con tan larga vida, como en el caso del paciente, además de poder referir oportunamente a estudio genético a los donadores monorrenos. 11,12 Debemos destacar de manera importante el ampliar nuestra visión para integrar en nuestros centros protocolos de trasplante que incluyan donadores, principalmente fallecidos con características especiales, como los que lleguen a presentar enfermedad poliquística renal y poder asignar dichos órganos a receptores con menor esperanza de vida, en quienes se ha demostrado buena función del injerto a mediano plazo.…”