“…La inteligencia emocional, considerada por Goleman (1995) como la meta-habilidad que determina el grado de destreza que podemos conseguir en el dominio de nuestras otras facultades (Buey, 2002), como correlato, las personas que utilizan este tipo de inteligencia, están dotadas de una notable capacidad para comprometerse Esta simbiosis conceptual y pragmática, en un escenario de organizaciones educativas, constituye posibilidades muy favorables para la formación de educandos preparados para los tiempos actuales, así sustentan autores que consideran que el compañerismo, la transparencia y la honestidad (Ansa, 2009), son temas tan importantes como el desarrollo de los contenidos curriculares. Considerar los objetivos organizacionales como como parte de la actividad docente (Momenti, 2015), además del compromiso y sentido de pertenencia (Hernández et al, 2018), que los maestros estén premunidos de capacidad de respuesta frente a las situaciones de crisis (Blanco, 2017), en el escenario educativo, familiar y social, pues no se trata de considerar a la escuela como una isla, sino, la continuidad de la familia.…”